domingo, 29 de septiembre de 2013

De cuando el mundo casi se acaba dos veces en una hora

En una entrevista en Rockdelux, Pauline en la playa explicaba: "en el fondo “El mundo se va a acabar” es una canción muy optimista. Es esa reflexión que haces cuando estás de puta madre y dices: “Joder, qué bien todo, qué bien me va, qué bonito este momento o cómo quiero a esta persona”, hasta que de repente te entra así fugazmente esa cosa de pensar: “Y algún día todo esto se va a ir a tomar viento, y yo no puedo hacer nada, ni tú ni nadie”. Es terrible, la gran broma, una tomadura de pelo universal." Eso. Justo eso, porque estuvo cerca el fin del mundo cuando, hacia las 22,30h -ni siquiera habíamos escuchado aún su nuevo single-, Mar Álvarez comenzó a reírse y, como quien no quiere la cosa, dejó caer algunos fragmentos de la conversación entre las hermanas Álvarez que se sucedió durante su viaje Gijón-Córdoba, en los que aludían a la necesidad de llevar consigo una tercera guitarra u, al menos, coger cuerdas de repuesto. "Pero si nunca se rompen", espetó entonces Alicia y continuó: "Además, si pasa algo, nada, p'alante, que nosotras tenemos mucho sentido del humor". Y sí, pasó, se rompió una cuerda de la guitarra de Mar y el fin del mundo pasó cerca, porque durante los minutos en que Pauline dudaba sobre qué hacer, el público estaba expectante y perplejo y un halo apocalíptico inundó la sala.
Pauline en la playa. Fotografía de Lola Araque

Por suerte, porque "siempre hay un médico en la Sala pero nadie tiene una guitarra", comentaba Alicia de nuevo, Luis Medina, coordinador del ciclo "Mester de Juglaría", tomó el control. Les había ofrecido antes de comenzar el espectáculo (como bien las hermanas Álvarez recordaron públicamente en ese preciso instante) correr hacia su casa en busca de una guitarra en el caso de que algo sucediera y, cuando se puso en pie y se dirigió hacia el escenario en plan resolutivo, las hermanas, entre el tierra, trágame y la alegría elegante que las caracteriza, no dudaron: "hombre, pues nos harías un favor", comentaron entre risas. Y Luis echó a correr mientras la Sala Polifemo, llena, se venía abajo entre aplausos. Luis, el héroe de la noche. 

La espera se hizo algo eterna, porque aunque Alicia se entregó a la lectura de poemas de su libro "La Aguóloga" (Huerga&Fierro, 2012), que presentaba en el Festival junto con el nuevo disco en este segundo cosmoconcierto de "Mester de Juglaría", todos pensamos que el mundo estaba a punto de acabarse por una ruptura de cuerda de guitarra, que ya no íbamos a escuchar más playa, más Pauline. Pero, a la altura, entre risas, de "la casa de Luis no estaba tan cerca como él decía", este entró corriendo con una guitarra en la mano y aplausos, más aplausos y suspiros de alivio. El mundo no se acababa (aún). Entonces, un segundo momento de pánico: Mar intentó conectar la guitarra y, de repente, la confesión de Luis:  "No he mirado si tiene pilas". De nuevo, el apocalipsis.
Luis Medina, coordinador del ciclo "Mester de Juglaría". Fotografía de Lola Araque

El fin del mundo estuvo cerca, muy cerca, pero la elegancia y delicadeza extrema de las hermanas Álvarez hizo que este pasara de largo -"aunque no lo parezca, llevamos mucho tiempo, pero somos unas niñas"- y que pudiéramos seguir adentrándonos en el universo de La Aguóloga, "especializada en la Universidad de teléfonos silenciosos", que "se duerme cuando mira la playa" y que "es la que es, la que flota". Entre poema y poema -acompañados de sonidos de agua, de despertador, de crujidos de suelo o de mar, para situarnos en esa atmósfera cotidiana propia de Pauline y de la obra de Alicia-, escuchamos Elástica, Todo para ti, Quién lo iba a decir, Aishiteru, Esos besos, Una pizca de mí... Y, finalmente, El mundo se va a acabar y Titubeas.
Alicia Álvarez lee poemas de La Aguóloga. Fotografía de Lola Araque

"Yo creo que hoy ya no se acaba, pero casi", sentenció Mar hacia el fin del espectáculo. Casi. Y, entre que se acababa y que no, llegaba el otoño, comenzaba a llover fuera, y Pauline conseguía trasladar al público esa sensación de calma feliz, reconfortante, de sus canciones. Después, tocaba abandonar la playa, volver a las cotidianidades y las pequeñas historias de cada cual y a los fin del mundo que se suceden en cualquier momento (con música).

pálida señorita del paraguas

PD: Las hermanas Álvarez estuvieron acompañadas por David Casillas, al contrabajo, que cerraba los ojos cada vez que sus dedos rozaban las cuerdas, como si así se trasladara a su fin del mundo particular para, desde este, hacer posibles las cotidianidades de Pauline. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

En el Cosmos faltaba decir...