miércoles, 7 de agosto de 2013

Maratón poético (o diez años de poesía en Córdoba)


Diez años de Poetas del Mundo en Córdoba deambulando por la ciudad, de primavera en primavera y, después, del otro otoño a este otoño, han dejado tras de sí muchas anécdotas -que ahora buscamos recopilar con nuestra iniciativa #meacuerdo-, pero también muchos poemas, hallazgos poéticos que escuchamos un día y quisimos almacenar en nuestra estantería y que llegan ahora, haciendo memoria de estos diez años, en forma de Antología, con 135 poetas de 52 países diferentes y en 23 lenguas distintas. 

Han sido muchos los "libritos cósmicos" que han ido ahondando en esos poemas de los más variopintos autores -muchos muy galardonados, otros más incipentes- que se han colado en nuestra programación. Recordamos, con especial cariño, por ejemplo "Un claro tiempo de versos" (sí, el libro azul de los paraguas y las nubes), que muchos tendréis camuflado entre obras de mayor formato y que algunos, incluso, habréis perdido y vuelto a recuperar. 


Esperamos acertar con la selección, que corre a cargo de El Dispensario, nuestra Secretaría Técnica sin la cual el hombre del paraguas convulsionaría en cualquier momento hasta quedarse sin conocimiento o caería fulminado víctima de un corte de di-gestión, para que al abrir el libro os encontréis con esos versos que resuenan al fondo, dentro de uno, como "Lo obvio/ es difícil de probar. Preferimos/ lo oculto. También yo./ Escuchaba a los árboles", de Charles Simic, o "Y Dios me hizo mujer,/ de pelo largo, ojos,/ nariz y boca de mujer", de Gioconda Belli, sin olvidar a nuestro muchacho Pablo García Baena y su delicadeza (próxima y grande): "Impares. Fila 13. Butaca 3. Te espero como siempre./ Tú sabes que estoy aquí. Te espero."


Además, para que estos diez años de versos no queden solo en las estanterías, tenemos preparado un maratón poético, una lectura continuada en la Capilla de San Bartolomé, en la Facultad de Filosofía y Letras. El hombre del paraguas se hará hueco entre el arte mudéjar para dejar las paredes prendidas de esa luz que mana de Orive cuando los poetas miran hacia arriba y descubren la grieta.



pálida señorita del paraguas

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