Maestro y discípulo, "dos poetas en músculo y alma", como precisaba José Daniel García en su presentación, ambos cultivadores del lenguaje y referentes en el panorama nacional, se reunían ayer, en una Sala Orive repleta, para presentar el último libro -"este libro sale ahora pero lo escribí hace seis años"-de José Luis Rey: "Las visiones" (Visor, 2012). ¿Qué es una visión?, se plantea en primer lugar. "Una visión es el día de hoy, presentado por Gimferrer, ante un público lleno de maestros", sentenciaba un José Luis Rey pleno, exultante, que cita a Emily Dickinson y a Rimbaud como referentes de estas visiones, que no se tratan sino de mirar desde lo cotidiano hacia algo más trascendental. Pere Gimferrer simplemente contesta: "pienso en algo muy cercano a lo que dijo José Luis" y se enzarza en una reflexión circular que vuelve a la frase iniciar, a respaldar las palabras de Rey.
José Luis Rey, Pere Gimferrer y José Daniel García. Fotografía de Lola Araque.
Gimferrer habla del timbre poético de José Luis Rey, de esa fusión entre ironía y trascendencia, a la que se alude en la contraportada del libro, y le pide a Rey que lea unos cuantos poemas que a él le resultan "muy interesantes". Entre tanto, Rey precisa que su poesía "no es surrealista en absoluto", aunque parta de imágenes potentes, que todos los poemas tienen una explicación, un sentido, y nos muestra ese ensamblaje de Guerra y Paz con su habitación, en la que transcurrió su adolescencia, para conformar el poema Las tropas napoleónicas atraviesan mi cuarto. El invierno de los catorce años se confunde con el Tólstoi en "No se puede dormir/ con miles de franceses pisando la almohada./ Hace ya tanto frío que también los caballos/ se tienend en la alfombra, dispuestos a morir", si bien Gimferrer insiste en que su verso favorito es: "Y en aquella cabaña de la cómoda/ vivía Pushkin, padre de los pájaros".
A medida que la lectura de poemas de José Luis avanza, el lenguaje embriaga la sala. "Es mucho mejor lector en voz alta que yo mismo y que Luis Cernuda", comenta Gimferrer. Sí, la voz de Rey crea una atmósfera casi mística. Tantas imágenes convertidas en visiones prendiendo los ojos del público y maestro y alumno reafirmándose entre sí, plenos, el uno junto al otro. Y es que también a Gimferrer se le observa satisfecho y feliz. Pasea por las páginas del libro y, de cuando en cuando, posa su mano derecha sobre el brazo izquierdo de Rey. Entre ellos, una complicidad singular, la de dos genios que conciben la poesía como experiencia del lenguaje.
José Luis Rey y Pere Gimferrer, después de la presentación.
Fotografía de Lola Araque
Las visiones son las tropas que no dejan de pasar entre paredes adolescentes llenas de moho o acaso una ilusión de maestro y discípulo (a su vez también maestro de muchos) sentados a la mesa, compartiendo una botella de agua en dos copas, entre miradas cómplices. Algo así como un eclipse o éxtasis del lenguaje en medio de la sala.
pálida señorita del paraguas
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