Para llegar a tiempo a todos los
actos que la segunda tarde de Cosmopoética nos tenía preparados, hacían
falta: a)llevar la bici a cuestas, b)ir motorizado, c)contar con un chófer
voluntarioso o d)ser una persona ágil de gemelos entrenados. Cada uno de los
miembros del Cosmoequipo se decantó por una de ellas para asistir a las distintas
paradas de la ruta cósmica del viernes.
Centro Cívico Poniente Sur. Parada 1. El ciclo Versos sumados se abría con una lectura de poética en la que
intervenían representantes de tres asociaciones/colectivos locales: Asociación Literaria Wallada, Asociación
Literaria Hasday y Alma Poética. El revuelo inicial, por las
dudas sobre cómo colocarse en el escenario, dónde ubicar al hombre del paraguas
y de qué forma alternarse el micrófono, quedaba resuelto por Manuel Rueda, que
hacía las veces de director de orquesta, mientras el marido orgulloso de una de
las participantes en la lectura repartía poemas de esta (véase en la imagen). La
máxima de la tarde no era sino prestar la
voz y compartir un momento poético. Entre aplausos cargados de emotividad y
espectadores inusuales (un perro negro de considerable tamaño yacía
calmadamente en uno de los pasillos principales), se sucedieron poemas de gran
intensidad, con referencias a Góngora y a la ciudad, pero también de exaltación
de la amistad o del amor por la madre. No había ni un pequeñísimo rastro de
impostura en todos ellos. Plenos y rotundos, nos recordaban por qué Córdoba es
una ciudad de poetas.
En la imagen, versos de Rafela Sánchez Cano, una de las participantes. De pie sobre el escenario, Manuel Rueda, organizando la lectura.
Sala Orive. Parada 2. No es fácil construir un refugio. Aún más
complicado es hacer de una publicación artístico-literaria un refugio-hogar que
sirva de puente entre las distintas lenguas. Por eso, Mateo Rello, director de la Revista
Caravansari, que aterriza por primera vez en Córdoba para su puesta de
largo en Cosmopoética, destaca la necesidad de contar con altas dosis de
voluntarismo para sacar adelante una publicación que se torne como un ente vivo,
en la que convivan diversidad de poetas, lenguas y estéticas, sin ningún apoyo
institucional. El resultado de ello es una criatura peculiar, ambiciosa y
compleja, que depara al lector sorpresas tales como una carta inédita de Cernuda,
un artículo de Gamoneda sobre Carlos Edmundo de Ory, un dossier de poetas que
también son editores y demás contenidos singulares. En su presentación en la
Sala Orive era acogida por un cordobés adoptivo, José García Obrero, que
explicaba su relación con la revista y con los autores que figuran en ella. Ante
todo, manifestó su admiración por un trabajo bien hecho y por la poesía que
vence fronteras más allá de lo políticamente correcto. A continuación, versos
realmente incisivos se sucedían en la voz de estos dos interlocutores mientras
se proyectaban ilustraciones que tejían el recorrido vital de esta inusual
publicación.
De izquierda a derecha, José García Obrero y Mateo Rello, luciendo la revista antes de la presentación
Plaza del Potro. Parada 3. Un escenario, dos micrófonos y un
proyector esperaban al público pero no solo eso: también postales colgadas de
las ventanas y dos grandes lonas con poemas ilustrados sobre la fachada de la
Posada del Potro (quizás a modo de ojos). La muestra “Parejas Creativas”, coordinada por Ohjas Sueltas y el Aula de
Cómic, dentro del ciclo Dinamopoética,
se inauguraba oficialmente con la lectura de algunos de los poetas
participantes. Desde el inicio, el presentador del acto, valiéndose el humor,
advertía que esa noche se presentarían versos de los novisísimos, voces muy jóvenes que apenas se han escuchado en
público y que se han prestado a trabajar junto a un ilustrador para conformar un
trabajo que queda plasmado en lonas dispuestas desde la Casa de la Juventud a
la Plaza del potro y en una serie de postales. La lectura de poemas se
alternaba con explicaciones sobre el proceso creativo de las distintas parejas
y mucho descaro y desparpajo por parte del presentador, si bien el acto
concluía con una performance improvisada y un amago de psicofonías con versos
de autores clásicos.
Inmediatamente después del último
acto, una procesión pasaba por delante de la Plaza del Potro, a modo de broche final para este desenlace inesperado.
Pálida señorita del paraguas
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