Podría decirse que los sentidos
comienzan a reavivarse al entrar en el patio de Casa Árabe y toparse con
arquitecturas de otro tiempo y ese embriagador olor a dama de noche. Luego aparecen
los vestidos y las túnicas de colores y las primeras notas de un piano y, de
repente, el cuerpo vuelve a ser cuerpo y se marchan las prisas y los nervios
porque nos adentramos en “el despertar de los sentidos”.
Fotografía de Lola Araque
Es en un círculo, cogidos de las
manos, cuando sobreviene la confianza y se pierde el miedo, porque los
actores-guías nos conducen a la naturaleza a través del tacto y el olfato. De
alguna forma, todo se vuelve sencillo y parece un juego, entre chapotear con
las manos y el murmullo del agua.
Y luego la danza. La danza y una
guitarra en un patio muy blanco que emula un zoco árabe donde quedan contenidos
todos los olores del mundo. Cuando el vuelo de un pañuelo anaranjado al caer la
tarde, “en el zoco del Al-Ándalus ella quiere envejecer”.
Fotografía de Lola Araque
Una sesión breve, apenas 35 min,
en la que los estímulos revitalizan el cuerpo y el sabor de la limonada, broche
final servido por Bodegas Mezquita, se prolonga más allá de la puerta de la
Casa Árabe, donde el hombre del paraguas nos despide, así como todo el equipo
de Teatro Laboratorio, mientras aún pensamos en el olor a dama de noche.
Hoy Sensopoesía repite en
la Casa Árabe, pero en su interior, manteniendo sus turnos. 19h; 19.40h y
20.20h. No os la perdáis.
Pálida señorita del paraguas
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