Sociedad Plateros San Francisco (Potro). 26 de septiembre.
Fotografía: Lola Araque
En esta ocasión, el regreso a la
taberna nos ha traído voces propias y enamoradas de la ciudad, como Manuel
Lamarca, Francisco Alemán o José Manuel Ballesteros, entre otros, pero también
voces que andaban de paso, como Ignacio Vleming, con su “Clima artificial deprimavera” en medio del otoño cordobés, y Jesús Aguado y Juan Cobos Wilkins, a
modo de remate final de estos asaltos a las copas. Matilde Cabello, en su papel
de maestra de ceremonias (“si estas paredes contaran todos los encuentros entre
los poetas…”, comentaba el miércoles), se encargaba de que el cuerpo entrara en
esa atmósfera embriagadora con un “Poema al vino”, para después ceder la
palabra a una voz y otra.
El escenario ha ido cambiando. El
hombre del paraguas ha perfilado su ruta particular, desde la mítica Bodegas
Guzmán, a la algo lejana (pero a rebosar de público) Sociedad de Plateros María
Auxiliadora) o la frecuentada Sociedad de Plateros San Francisco, en el Potro, en
la que, excepcionalmente, predominaban las cervezas entre el público. Entre él,
advertíamos a José Luis Rey, bautizado como ruiseñor
del mundo por un exultante Antonio Agudelo, con su poema sobre el ruiseñor
kitsch. El jueves la escena se volvía algo más peculiar si cabe en El Churrasco
ante una mesa redonda en la que el amor a Córdoba, de un lado, en la voz de
Manuel Lamarca, enamorado del cine, y la fragilidad de la belleza, del otro, a
través de la poesía de Ignacio Vleming, confluían para conformar un hogar
rústico, entre sillas de enea y barriles.
Taberna del Río. Viernes 29 de septiembre. En la imagen: Jesús Aguado, José Daniel García y Juan Cobos Wilkins. Fotografía: Lola Araque
Y entre tanto vino y tantas
noches al calor de las tabernas, llegábamos a la última sesión, como bien
circunscribía José Daniel García, con una pregunta en la cabeza, haciendo
alusión a una de las últimas obras de Cobos Wilkins: ¿Para qué la poesía? Quizás uno, como recordaba Jesús Aguado, tan
solo escriba poesía para que un día lo inviten a un vino cordobés, que ya
advertía Cobos Wilkins: “la poesía es la cenicienta de los géneros literarios
excepto en Córdoba”.
Y el sábado, como el día después, es el mejor para hablar de
ello, para contarlo, cuando aún resuena el vino en la cabeza, entre versos
parafraseados. Quedan las anécdotas de bodega, de cuchicheos y miradas
cómplices, y los poemas, que siempre regresan a la taberna con nosotros. Aún
llueve. Al mediodía, aún buscamos un refugio y este no es sino la taberna. Aún
quedan esas palabras finales de Joaquín Pérez Azaústre al concluir el ciclo: “Como
siempre, la poesía se impone como forma de belleza ante toda brutalidad”. Dicho
queda. Y brindamos.
Pálida señorita del paraguas
PD: Que la ruta tabernaria
(particular) del sábado no haga que lleguemos tarde al concierto inaugural de Carmen Linares. “Remembranzas”. Esta tarde a las 20.30h en Teatro Góngora. Imprescindible.
“QUIEN MUERA PRIMERO”
ResponderEliminarSONETO TABERNARIO
En mis ojos apagada la calma
mi mente no tiene más ilusión,
será acaso que siempre llora mi alma,
será acaso que olvidé la oración
El corazón ya no siente el dolor
y los pies no marcan huella en camino,
será acaso que lo duerme el licor,
será acaso por consumo de vino,
Yo no creo en la ingrata mala suerte
ni creo el haber truncado el camino,
será acaso que presiento la muerte,
será acaso que lo cambié por vino.
No creo, dejar de ser caballero
no creo escribir un buen pareado.
II
No creeré en el desprecio ¡ni modo!
no creo sea discreto el desdén,
me retiro, pues cuando amo doy todo.
es triste, pero más que se lo den,
Me da recelo dormir, pues te sueño
como te vas de mí, eres mi imposible,
Y al despertar no sentirme tu dueño.
con tu mirada fría es insensible
Y tú, que me crees cruel y mezquino,
por mis acciones yo soy prisionero,
eres mi amor, mi dolor, mi camino.
pero al morir, quiero ser, yo el primero
Antes fui león, hoy mejor me callo,
piensa, que fui rey antes que vasallo.
Dr. Rafael Mérida Cruz-Lascano
"Hombre de Maíz, 2009"
Guatemala, C. A.