sábado, 29 de septiembre de 2012

El después del vino

La poesía tenía que volver tarde o temprano a la taberna, porque en Córdoba ese maridaje entre vino y poesía siempre ha sido algo natural y de una forma u otra los poetas siempre terminan acunándose en la barra de un bar o bodega, intercambiando dudas existenciales y versos. Más allá de esta tendencia irrefrenable, el ciclo Poesía Tabernaria, coordinado por Matilde Cabello, buscaba rememorar aquellos recitales en Bodegas Guzmán – “Poesía en la bodega”- por los que pasaban tantos nombres relevantes para la poesía cordobesa.
Sociedad Plateros San Francisco (Potro). 26 de septiembre. 
Fotografía: Lola Araque

En esta ocasión, el regreso a la taberna nos ha traído voces propias y enamoradas de la ciudad, como Manuel Lamarca, Francisco Alemán o José Manuel Ballesteros, entre otros, pero también voces que andaban de paso, como Ignacio Vleming, con su “Clima artificial deprimavera” en medio del otoño cordobés, y Jesús Aguado y Juan Cobos Wilkins, a modo de remate final de estos asaltos a las copas. Matilde Cabello, en su papel de maestra de ceremonias (“si estas paredes contaran todos los encuentros entre los poetas…”, comentaba el miércoles), se encargaba de que el cuerpo entrara en esa atmósfera embriagadora con un “Poema al vino”, para después ceder la palabra a una voz y otra.

El escenario ha ido cambiando. El hombre del paraguas ha perfilado su ruta particular, desde la mítica Bodegas Guzmán, a la algo lejana (pero a rebosar de público) Sociedad de Plateros María Auxiliadora) o la frecuentada Sociedad de Plateros San Francisco, en el Potro, en la que, excepcionalmente, predominaban las cervezas entre el público. Entre él, advertíamos a José Luis Rey, bautizado como ruiseñor del mundo por un exultante Antonio Agudelo, con su poema sobre el ruiseñor kitsch. El jueves la escena se volvía algo más peculiar si cabe en El Churrasco ante una mesa redonda en la que el amor a Córdoba, de un lado, en la voz de Manuel Lamarca, enamorado del cine, y la fragilidad de la belleza, del otro, a través de la poesía de Ignacio Vleming, confluían para conformar un hogar rústico, entre sillas de enea y barriles.
 Taberna del Río. Viernes 29 de septiembre. En la imagen: Jesús Aguado, José Daniel García y Juan Cobos Wilkins. Fotografía: Lola Araque

Y entre tanto vino y tantas noches al calor de las tabernas, llegábamos a la última sesión, como bien circunscribía José Daniel García, con una pregunta en la cabeza, haciendo alusión a una de las últimas obras de Cobos Wilkins: ¿Para qué la poesía? Quizás uno, como recordaba Jesús Aguado, tan solo escriba poesía para que un día lo inviten a un vino cordobés, que ya advertía Cobos Wilkins: “la poesía es la cenicienta de los géneros literarios excepto en Córdoba”. 

Y el sábado, como el día después, es el mejor para hablar de ello, para contarlo, cuando aún resuena el vino en la cabeza, entre versos parafraseados. Quedan las anécdotas de bodega, de cuchicheos y miradas cómplices, y los poemas, que siempre regresan a la taberna con nosotros. Aún llueve. Al mediodía, aún buscamos un refugio y este no es sino la taberna. Aún quedan esas palabras finales de Joaquín Pérez Azaústre al concluir el ciclo: “Como siempre, la poesía se impone como forma de belleza ante toda brutalidad”. Dicho queda. Y brindamos.
Pálida señorita del paraguas

PD: Que la ruta tabernaria (particular) del sábado no haga que lleguemos tarde al concierto inaugural de Carmen Linares. “Remembranzas”. Esta tarde a las 20.30h en Teatro Góngora. Imprescindible.

1 comentario:

  1. “QUIEN MUERA PRIMERO”

    SONETO TABERNARIO



    En mis ojos apagada la calma
    mi mente no tiene más ilusión,
    será acaso que siempre llora mi alma,
    será acaso que olvidé la oración

    El corazón ya no siente el dolor
    y los pies no marcan huella en camino,
    será acaso que lo duerme el licor,
    será acaso por consumo de vino,

    Yo no creo en la ingrata mala suerte
    ni creo el haber truncado el camino,
    será acaso que presiento la muerte,
    será acaso que lo cambié por vino.

    No creo, dejar de ser caballero
    no creo escribir un buen pareado.

    II
    No creeré en el desprecio ¡ni modo!
    no creo sea discreto el desdén,
    me retiro, pues cuando amo doy todo.
    es triste, pero más que se lo den,

    Me da recelo dormir, pues te sueño
    como te vas de mí, eres mi imposible,
    Y al despertar no sentirme tu dueño.
    con tu mirada fría es insensible

    Y tú, que me crees cruel y mezquino,
    por mis acciones yo soy prisionero,
    eres mi amor, mi dolor, mi camino.
    pero al morir, quiero ser, yo el primero


    Antes fui león, hoy mejor me callo,
    piensa, que fui rey antes que vasallo.


    Dr. Rafael Mérida Cruz-Lascano
    "Hombre de Maíz, 2009"
    Guatemala, C. A.


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