La lluvia nos vuelve sensibles a
la primavera, más aún sin andamos tras los pasos del hombre del paraguas para
llegar un jueves 27 de septiembre -20h- a la Sala Orive para descubrir una voz
muy joven y muy sólida, por su imaginario particular. “Clima artificial de primavera” (La Bella Varsovia, 2012) reúne “esa
temperatura que es necesaria en cualquier libro”, según precisaba Pablo García
Baena en la cariñosa presentación de este libro, que contiene parte de su espíritu
a través de un premio, pues Ignacio Vleming, su autor, madrileño del 81, se ha alzado con el V Premio Pablo
García Baena.
Pablo García Baena e Ignacio Vleming. Fotografía: Lola Araque
“El libro es una habitación con
vistas”, sentencia después García Baena, y apela a las referencias de su autor
y a la inocultable pasión de este por el voyeurismo
de la vida corriente. Sí, quizás lo mejor fueron las vistas, es decir, que
Ignacio Vleming se empeñara, con esa voz suya tan embriagadora, en mostrarnos las
imágenes que se esconden tras sus poemas, tan llenos de ventanas y escaparates
a edificios y vidas ajenas, artificialmente bellas. Observamos el edificio
Casablanca, en Lavapiés, un Renoir, adquirido por una ancianita en un rastrillo
hace unos meses, collages… porque “de
pronto, llueve un día dentro del cuadro”, que diría Vleming, y advertimos que,
en efecto, escribimos más con manos que con ojos.
Pero para hablar de “Clima
artificial de primavera”, hay que comenzar por el Edificio Capitol, el primero
de España en contar con máquinas de aire acondicionado, y el descubrimiento de
una cita – “(…) mantener el ambiente en el llamado clima artificial de
primavera”- que daría paso a un poemario por escribir.
Pablo García Baena, Elena Medel (La Bella Varsovia) e Ignacio Vleming.
Fotografía de Lola Araque
En la Sala Orive (“es el sitio
más bonito en el que he recitado”, confesaba Vleming), entre estaciones
confusas (¿otoño? ¿primavera? ¿invierno?), pasó la historia de unos zapatos
viejos, la felicidad congelada, en forma de flores de plástico, la nostalgia de
los viajes y luego correr a prisa entre la lluvia para llegar lo menos tarde
posible a una mesa redonda, rústica, en El
Churrasco y hablar de la belleza, el desamor, el cine o el destino, con
algo de vino en los labios y un compañero de ceremonia, Manuel Lamarca, que
andaba a la caza de la poesía desnuda por los paisajes (interiores) de su
Córdoba natal.
“Todo cambiará excepto la eterna
primavera”, escribe Vleming. Resulta muy cierto (o muy oportuno) hablar de la
artificialidad de la primavera en un otoño lluvioso (y cósmico), o quizás al
revés. En sí, hablar de lo de adentro a través de lo de afuera. “Es casi un
clima artificial de invierno el que hay aquí dentro”, comentaba Vleming en la
Sala Orive, y su primavera se nos quedaba prendida en los ojos, un tanto
invernales.
Pálida señorita del paraguas
No hay comentarios:
Publicar un comentario
En el Cosmos faltaba decir...